Una noche en el Canto del Pico

Publicado el 2 de febrero de 2025, 10:00

Explorando el palacio del Canto del Pico

Noviembre de 2017. Siendo sinceros, no sabíamos realmente qué nos íbamos a encontrar ni donde nos estábamos metiendo, pero lo que sí teníamos claro (algunas mas que otros) es que si o si íbamos a entrar. Así que, después de semanas hablando del tema, nos decidimos: íbamos a explorar el famoso palacio abandonado del Canto del Pico

Desde el momento en que llegamos, las cosas no fueron fáciles. La casa está en una zona aislada, rodeada por un paisaje bastante inhóspito, y cuando llegamos, nos dimos cuenta de que no íbamos a tener un acceso sencillo. Las puertas estaban completamente cerradas. Por más que lo intentamos, no había forma de entrar por ahí. La única opción era una ventana en el primer piso, pero no era una ventana cualquiera… daba directamente a una caída rocosa impresionante. El acceso no fue nada sencillo. Me acuerdo perfectamente de estar haciendo malabares para entrar, con el frío y el hecho de que estábamos colgando de una ventana que parecía no tener mucha seguridad. Esa parte, sin duda, fue la que más miedo me dio de toda la noche.

Una vez que por fin conseguimos entrar, se notaba una energía pesada y cargada, como si la casa misma estuviera esperando nuestra llegada. Nos dio la sensación de que todo estaba punto de caerse. Los pasillos estaban llenos de andamios que sujetaban el techo, como si todo estuviera suspendido por un hilo. Las paredes crujían con cada paso que dábamos, como si la misma casa estuviera viva y protestara por nuestra presencia. De verdad, fue una locura entrar en un lugar en tan mal estado. Uno pensaría que la gente no se atrevería a entrar, pero nosotros lo teníamos claro: esta noche íbamos a descubrir si había alguien más allí.

De inmediato, notamos algo raro. Algunas zonas de la mansión estaban cargadas de una energía extraña. En varios momentos, el aire se volvía espeso, como si hubiera algo invisible empujándonos. Pero lo que más nos inquietó fueron las pintadas en las paredes. No eran simples grafitis de algún grupo de chicos buscando llamar la atención. Eran símbolos oscuros y signos de rituales de magia negra. Energías que seguían atrapadas en ese lugar. 

A pesar de las sensaciones raras que teníamos sacamos nuestros detectores de energía y grabadoras de alta frecuencia. Sabíamos que había algo que no podíamos ver a simple vista, pero queríamos grabarlo, captarlo de alguna manera. Decidimos quedarnos en la biblioteca, que era uno de los puntos de más concentración energética, pasamos allí unas cinco horas, sin parar de hacer preguntas y tomar notas.

La actividad energética en la biblioteca fue mucho más intensa de lo que imaginábamos. Durante el tiempo que estuvimos allí, los detectores no dejaron de pitar. En algunos momentos, sentíamos que la temperatura bajaba de golpe y se escuchaban ruidos de pasos en el piso de arriba, donde no había nadie.

En la grabadora, logramos capturar varios susurros y sonidos que parecían responder a nuestras preguntas. Preguntábamos en voz alta si había algo o alguien más con nosotros y, de repente, uno de los detectores se disparó con una intensidad impresionante. Nos quedamos completamente en silencio, sabíamos que no estábamos solos, pero la sensación de estar siendo observados era cada vez más incómoda.

Pero no todo fue tan perfecto. Como suele suceder, algo salió mal. Muchas de las fotos que hicimos se perdieron por completo. En algunas imágenes se veían sombras en el fondo y luces extrañas flotando por las habitaciones. 

Esa noche fue intensa. No hay duda de que el Canto del Pico sigue siendo un lugar que guarda secretos oscuros, y no es algo que yo recomiende visitar a la ligera.

El paisaje que se ve desde lo alto es impresionante pero este palacio sigue vivo aunque esté vacío.